lunes, 26 de julio de 2010

El Municipio como dinamizador de la economía local

Si bien el municipio tiene una responsabilidad directa sobre la prestación de servicios esenciales para la comunidad, su nuevo rol no puede dejar de tener en cuenta otros factores que actúan como motorizadores de la economía local y regional.

El rol de los micro y pequeños emprendedores es cada vez más importante como, tanto en la creación de posiciones de trabajo, como en la generación y adopción de actitudes innovadoras y en la canalización de las energías productivas de la comunidad.

El mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad tiene una de sus bases en la capacidad de generar riqueza en el territorio, para lo cual deben promoverse las actividades productivas, tanto las ya existentes como las potenciales y emergentes. Pero la generación de un ambiente favorable a la implementación de políticas de desarrollo local, deberá contar con un clima que permita aumentar la inversión por la vía de los emprendimientos que generen valor agregado y aumenten el empleo.

La modernización del municipio debe intentar recoger la diversidad preexistente en la comunidad, con el fin de formular políticas que recojan la sensibilidad y el potencial innovador de los habitantes. Para esto es imprescindible la construcción de consensos entre los actores locales.

El rol de los sistemas locales productivos implican delimitar un área geográfica, en donde se despliegan estrategias y acciones tendientes a mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos, por medio de la actuación en diferentes planos: el económico, el tecnológico, el social y el político, promoviendo una nueva geografía del desarrollo, sin descuidar lo atinente a las especificidades históricas y la cultura del lugar.

La construcción institucional para desarrollar las políticas activas en un determinado territorio presenta desafíos cuando se trata de las denominadas áreas metropolitanas, por cuanto conviven allí sectores sociales pertenecientes a un amplio rango de condiciones socioeconómicas.

La puesta en marcha de una política territorial debe tener en cuenta el apoyo legislativo local (Concejo Deliberante) para garantizar recursos presupuestarios suficientes e incentivos específicos para los agentes socioeconómicos locales. Asimismo, se requiere un acertado diagnóstico de la situación, el diseño de un marco institucional acorde y de instrumentos de actuación y capacidad de liderazgo político. (García Reche, 1999)

Los organismos públicos y privados, los empresarios como las universidades, las escuelas, los centros de investigación y las entidades intermedias, también deben ser convocados.

Es necesario elaborar un proyecto de desarrollo, establecer una visión clara y comprensible que represente la organización comunal deseada por todos, que revalorice la identidad territorial y los aspectos culturales más importantes.

Es imprescindible transmitir esa visión a todos los miembros de la comunidad para que todos comiencen a avanzar en la misma dirección.

Que cada decisión que se tome, que cada acción que se lleve a cabo, tanto en el seno de las familias, como en los pequeños emprendimientos, en las cooperativas, mutuales e instituciones intermedias, en las escuelas y universidades, en las cámaras empresarias y en el poder político tengan un mismo sentido y sea tomada con la plena conciencia que contribuirá al desarrollo del conjunto.

Evaluar el consumo de la comunidad y determinar cuáles de esos productos pueden comenzar a elaborarse o en qué casos se puede mejorar la producción, apoyando a los productores locales, es de suma interés para el diseño de este plan. Allí deben trabajar los técnicos de las escuelas y/o universidades, se debe pedir el apoyo de los organismos públicos provinciales y nacionales que, en la mayoría de los casos, están sub-utilizados u ocupados en temáticas no prioritarias.

Se debe utilizar la fuerza de compra y de venta de toda una comunidad para, a través de diferentes figuras jurídicas asociativas, reducir los costos de los insumos y los productos básicos que se deben adquirir fuera del ámbito de la región y, a su vez, salir a otras comunidades, con una oferta de productos ordenada, con la escala adecuada y con sistemas organizados de producción y comercialización.

Transformar a la comunidad en un gran emprendimiento social que se abastezca de los insumos vitales para sus habitantes y que salga hacia fuera de sus fronteras, ofreciendo productos y/o servicios de buena calidad y con una fuerte identificación regional que les permitan incrementar los ingresos de sus miembros.
La planificación estratégica como herramienta para el desarrollo local
La planificación estratégica participativa contiene elementos que pueden aplicarse con gran eficacia en el proceso de desarrollo local. A diferencia de la planificación tradicional, donde el concepto de desarrollo se desprende de la concepción que tenga el Estado nacional, suponiendo que la macroeconomía “derrama” automáticamente hacia las regiones, en la planificación estratégica se pretende que el modelo de desarrollo para una determinada región surja de la propia concepción que tengan los agentes sociales, a través de la participación ciudadana en la definición de la gestión de gobierno. Sin dejar de tener en cuenta, claro está, que todo debe insertarse en una estrategia nacional.

La mayor autonomía en los gobiernos municipales requiere la implementación de reformas en el plano administrativo y político que conducen a crear nuevos vínculos con la comunidad.

En este contexto, es cada vez más sustancial crear posibilidades de participación: a planificación estratégica aparece como un espacio de encuentro entre el gobierno local y la ciudadanía, siendo su principal objetivo el de estimular dicho involucramiento vecinal.
Un plan estratégico entonces, se concibe como una nueva forma de gobernar las aglomeraciones urbanas, en un clima de consenso y de participación colectiva.

El plan estratégico es un instrumento que hace posible la participación de los diferentes actores sociales de la comunidad con el objetivo de elaborar un futuro en común, en un horizonte temporal definido.

No menos importante es que exista un esquema metodológico que especifique las etapas a seguir en la elaboración de ese plan estratégico. A pesar que cada experiencia tiene características singulares, se puede elaborar un mapa conceptual común que ayude a que el plan pueda llevarse adelante de la mejor manera.

Las etapas para elaborar un plan estratégico son las siguientes:

1) Determinación de los actores claves y establecimiento del marco normativo del plan.

2) Identificación de los temas críticos.

3) Diagnóstico de los temas críticos: análisis FODA

4) Fijación de metas y objetivos. Desarrollo de las estrategias y elaboración de un plan de acción.

5) Implementación y seguimiento.

El plan estratégico, en suma, debe abarcar múltiples aspectos de la ciudad: políticos, sociales, económicos, culturales, educativos y ambientales Como tal, su intención no se limita a definir objetivos futuros de actuación conjunta, sino que constituye un verdadero plan de acción.




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