viernes, 9 de diciembre de 2011

Union Sovietica a 20 años de su fin

EL BOSQUE DONDE SE PERDIÓ LA URSS

Justo hace 20 años se formalizó algo que parecía imposible: la URSS, enorme potencia que abarcaba la sexta parte de la superficie habitable del planeta, dejó de existir sin una guerra, con una simple firma de un documento que tuvo lugar en una residencia gubernamental enclavada en los bosques vírgenes de Bielorrusia.

Aquel día los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania Boris Yeltsin, Stanislav Shushkevich y Leonid Kravchuk, respectivamente, firmaron un documento cuyo contenido principal reside en el preámbulo del mismo: "La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir como un sujeto de Derecho Internacional y realidad geopolítica".

Formado en 1922 en las ruinas del antiguo imperio ruso, aunque sin Finlandia y parte de Polonia, este estado fue percibido como el sucesor de esta enorme formación estatal. Durante casi 70 años ningún ciudadano de la URSS se dejaba engañar con la frase "con derecho a la autoderminación, hasta la separación" que figuraba en la Carta Magna de la URSS, dándola por simple retórica. Todo estaba claro: de aquí no se separa ni se 'autodetermina' por su propia voluntad ni un solo metro cuadrado.


En medio del total fracaso de las reformas económicas y políticas de Gorbachov, la URSS se vio sumida en un verdadero caos económico que pronto desembocó en una crisis política. Las repúblicas del enorme país se declaraban independientes una tras otra. El presidente Gorbachov y sus partidarios en el Partido Comunista y el Gobierno intentaron preservar la unidad del país mediante la firma de algún acuerdo capaz de prevenir una desintegración caótica y unir los pueblos que formaban parte del Estado en una confederación de estados soberanos a manera de la Unión Europea.

Para el 20 de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo Tratado de la Unión. La URSS se convertiría en un estado federativo compuesto por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios. Anteriormente, el 17 de marzo de 1991, en el país se había celebrado un plebiscito y el 76% de los participantes se había pronunciado a favor de la preservación de la 'Unión renovada' (tal fue la fórmula que se utilizó en la papeleta de votación).


El coloso parecía eterno y ni siquiera el tremendo cataclismo de la invasión alemana pudo quebrantar su poderío militar.
Sin embargo, el 8 de diciembre de 1991 los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, ex repúblicas de la URSS de población eslava, se reunieron en el vedado natural de Belovezhskaya Pushcha para firmar un acuerdo que pusiera fin a la Unión Soviética y establecer la Comunidad de Estados Independientes (CIS), inicialmente percibida por muchos habitantes de la URSS como una nueva forma para un viejo contenido.

Pero muy pronto se dieron cuenta de que no era así. El 20 de diciembre el jefe de un estado que ya no existía, Mijaíl Gorbachov, renunció a la Presidencia de la Unión Soviética y declaró la disolución de la misma.


Mientras tanto, ya el 3 de marzo la República de Lituania había declarado la independencia; también el 3 de marzo se habían pronunciado los habitantes de Letonia a favor de separarse de la URSS y el 9 de abril se celebró el plebiscito en la República de Georgia. Los georgianos votaron a favor de separarse de la URSS. Las demás repúblicas también estaban a punto de declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.

Sin embargo, la cúpula gobernante del Comité Central del Partido Comunista y del Gobierno de la URSS continuaba procesando ideas conservadoras y sentían una inseguridad personal ante el futuro. El ala conservadora con ayuda del KGB procedió a los preparativos de la destitución del presidente de la URSS.

El intento de golpe de Estado fue emprendido en las primeras horas de la mañana del 19 de agosto de 1991. Por la televisión y la radio soviéticas se leyó el mensaje de un nuevo organismo de poder estatal: el Comité Estatal de Situación de Emergencia. Se suspendieron las actividades de todos los partidos políticos, y en Moscú y en otras ciudades importantes entraron las tropas.


Tanques en las calles de Moscú en agosto de 1991. Foto: RIA Novosti / Serguéi Guneev

El mismo día, a las 9 de la mañana, el presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR, por sus siglas en ruso), Borís Yeltsin, ya había transmitido el mensaje a los ciudadanos del país calificando la situación de golpe de Estado reaccionario. Yeltsin convocó una huelga general.

Gracias a la negativa de los militares y los comandos especiales de los servicios secretos la intentona golpista fracasó, pero sirvió de catalizador para los movimientos separatistas en las repúblicas que integraban la URSS. En el período del 24 de agosto al 16 de diciembre se declararon independientes casi todas las repúblicas de la Unión Soviética.

Consecuencias

Se derrumbó el orden mundial bipolar constituido por los Estados del Pacto de Varsovia, por una parte, y por los de la OTAN, por la otra.

Sin duda, la galopante historia de años anteriores al derrumbe de la URSS, y sobre todo la caída del muro de Berlín, no pudo sino causar grietas en los muros del Kremlin. Sin embargo, los partidarios del primer presidente ruso Borís Yeltsin y los reformadores actuales mantienen que los acuerdos de Belovezhskaya Pushcha fueron una inevitable formalidad, dada la imposibilidad de conservar el Estado.

Otros siguen argumentando que el 76% de los habitantes de las nueve repúblicas soviéticas donde se celebró el referendo se pronunciaron a favor de mantener la URSS y fueron los líderes del país los que no pudieron o no quisieron salvaguardarlo.

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